Hormones in meat image De acuerdo a una encuesta realizada del 2000 al 2003 por the Food Marketing Institute (una asociación de venta en supermercados), a una quinta parte de los compradores estadounidenses no creen que la comida sea segura, y de estos, a un 40% le preocupa el hecho de que haya hormonas en los alimentos. Aún así, los consumidores estadounidenses confían más que sus contrapartes europeos. Los aditivos hormonales son casi completamente ilegales en la Unión Europea (UE), así como en Canadá, simplemente con base en la plausibilidad biológica de las implicaciones de salud, junto con la escasa investigación animal y en el laboratorio. La UE ha ido hasta el extremo de prohibir la importación de carne de res y de productos lácteos provenientes de los Estados Unidos que sea de animales tratados, impulsando una pequeña guerra de tarifas entre ellos y los Estados Unidos.

Así que, ¿de qué se trata todo este debate? ¿Por qué algunas personas sospechan que los aditivos hormonales no son sanos? ¿Sus sospechas son fundadas? He aquí la ciencia detrás de este temor.

Los Culpables: Aditivos Hormonales

Las hormonas son poderosos mensajeros químicos producidos de manera natural que controlan las conductas vitales de todas las plantas y de los animales. Por lo tanto, están presentes en todos los productos animles ya sea que estos hayan sido tratados o no con suplementos hormonales.

Hormonas Utilizadas en el Ganado

Actualmente seis hormonas de esteroides son aprobadas para su uso en el ganado estadounidense para acelerar el crecimiento muscular magro. Tanto la Food and Drug Administration (FDA) y un comité conjunto de Food and Agricultural Organization y the World Heatlh Organization (FAO/WHO) consideraron a los residuos de estos aditivos en la carne como de consumo seguro en 1988. Tres de los aditivos aprobados son versiones sintéticas de las hormonas esteroides que están presentes de manera natural tanto en las vacas como en los seres humanos: estrógenos, testosteronas y progesteronas; la otros tres son variaciones sintéticas que las imitan estrechamente. Más del 90% del ganado de los Estados Unidos actualmente son inyectados con estas hormonas, lo cual puede incrementar la producción de ternera y carne de res hasta en un 15%.

Hormonas Utilizadas en el Ganado de la Producción Láctea

En 1993, un panel de expertos de la FDA y de los National Institutes of Health (NIH) aprobaron el uso de la hormona recombinante (por ejemplo, una genéticamente creada) para el crecimiento bovino (rbGH). Esta proteína hormonal promueve un incremento en la producción de leche en oposición al crecimiento muscular. Su aprobación vino sólo después de una exhaustiva revisión de los datos disponibles por las mencionadas organizaciones que mostró que la leche del ganado tratado era segura.

Ahora, una porción que va desde el 5%-30% del ganado de producción láctea recibe rbGH; este ganado produce al menos un 10% más de leche que otras vacas. En oposición a las reses criadas como ganado, las hormonas no esteroides están aprobadas para su uso en reses que producen lácteos.

Temores de Salud Sospechados

Demasiado o muy poco de cualquier hormona puede ser dañino para el cuerpo, y en casos severos puede provocar un desorden endocrino como la diabetes o el hipotiroidismo . Además, se sabe que ciertos tipos de cáncer responden a ciertas hormonas en la clase de los esteroides. El estrógeno está listado como un cancerígeno conocido (principalmente asociado con el cáncer intrauterino , seguido del cáncer de seno ), y de la progesterona como un cancerígeno "razonablemente anticipado", en un reporte actualizado por the National Toxicology Program en the Department of Health and Human Services.

Preocupaciones Sobre los Aditivos en la Carne de Res

Aunque el tomar hormonas esteroides en altas dosis, como en una terapia de reemplazo hormonal, ha mostrado un riesgo incrementado para algunos tipos de cáncer, la cantidad presente en los productos de la carne es comparablemente minúscula. Además, la FDA argumenta que los residuos de los aditivos en la res son insignificantes en comparación a los niveles que naturalmente ocurren tanto en las vacas como en los humanos.

Las autoridades tambień señalan que los niveles de hormonas esteroides en la carne de res, ya sea que provenga de animales tratados o no, son mucho menores a los que se encuentran en los huevos o en la leche. Además, estos niveles son disminuidos por los niveles elevados de los estrógenos en plantas o "fitoestrógenos" presentes en la soya, el germen de trigo, las coles, el brócoli y en muchas otras verduras. También se ha demostrado que los fitoestrógenos son hormonalmente activos en las personas.

Una lección de la historia que quizás explique ampliamente la continua preocupación por los aditivos hormonales incluso en dosis reportadas como insignificantes. La hormona sintética del estrógeno, el dietilstilbestrol (DES), que se utilizó a principios de la década de 1950 para engordar a las reses y a los pollos, así como también para prevenir los abortos en mujeres, fue descubierta como un elemento de riesgo incrementado de cáncer en humanos. Su uso en la producción de alimentos fue retirado paulativamente para 1979, varios años después de que fue pronunciada como un conocido cancerígeno. Recibiendo una amplia cobertura mediática, la desgracia de la DES fomentó la conciencia de los peligros potenciales de los aditivos químicos tanto en los alimentos como en las medicinas.

Además del riesgo al cáncer, se han hecho algunas otras reclamaciones sin sustento contra los aditivos de esteroides. Por ejemplo, han sido culpados de por lo menos iniciar parcialmente la pubertad de manera temprana en algunas poblaciones femeninas (también con un factor de riesgo para el cáncer de seno), pero no se han realizado estudios epidemiológicos para esto.

Preocupaciones Sobre los Aditivos en los Productos Lácteos

En lo que respecta a las hormonas en los productos lácteos, los críticos de la rgBH, como the Consumer Union and the Cancer Prevention Coalition, argumenta que la leche que proviene de vacas tratadas contiene niveles más elevados de esta hormona que la leche de vacas no tratadas. Sin embargo la rgBH no es reconocida como una hormona por el cuerpo humano, e incluso si así fuera, como una proteína hormonal se descompondría en el metabolismo del estómago (a diferencia de las hormonas esteroides, las cuales pasan al torrente sanguíneo cuando son ingeridas oralmente), así que cualquier riesgo para la salud es biológicamente improbable.

Pero, de manera más importante, los críticos argumentan que la leche también contiene niveles más elevados del factor-1 de crecimiento (IGF-1) similar a la insulina, una hormona de proteína que es identica en vacas y en humanos. La IGF-! juega un importante rol en la producción de la leche, en el crecimiento óseo y en la división celular. Además, Eli Lilly & Co., un fabricante de la rbGH, reportó un incremento de diez veces en los niveles de la IGF-1 en la leche de las vacas que recibieron la hormona. Y aunque la IGF-1 está presente de manera natural en los humanos, una nueva investigación sugiere que niveles elevados están asociados con el cáncer de seno, el del colon y el de la próstata. El Harvard-based Nurses' Health Study descubrió niveles sanguíneos más altos de IGF-1 en las mujeres con cáncer de seno que en aquellas que no lo tenían. Aún así, no se ha realizado alguna investigación para mostrar si el beber leche con niveles más elevados de IGF-1 se traduce en niveles más elevados de IGF-1 en la sangre.

Un Veredicto Indeterminado

Por ahora, no existe evidencia concluyente que apoye o refute totalmente los riesgos de salud que se pretende que existen por consumir carne de res o productos lácteos provenientes de vacas hormonalmente tratadas. Estudios que comparen la morbilidad a largo plazo entre las personas que consumen productos de reses tratadas y de quienes no lo hacen será esencial para cerrar el debate sobre su cuestionable condición como saludable.

Hasta que se realice una investigación más rigurosa, algunos quizás prefieran ser cautelosos como medida de precaución. Entre las autoridades que recomiendan ser cautelosos, la mayoría dice que los niños pre-púberes están en mayor riesgo, puesto que sus cuerpos naturalmente contienen niveles menores de hormonas que los de los adultos y tienden a consumir más leche, que carne de res, por unidad de peso corporal. Las mujeres embarazadas quizás también quieran ser precavidas. He aquí algunos consejos si usted desea mantener los productos tratados lejos de usted o de los platos de su familia:

  • Compre carne y sus derivados certificados como orgánicos: Los animales orgánicos únicamente pueden ser alimentados con comida 100% orgánica y no pueden recibir antibióticos ni hormonas de crecimiento. También es seguro comprar productos importados de carne europea, ya que las hormonas del crecimiento están prohibidas en la Unión Europea.
  • Compre leche y productos lácteos libres de rbGH o que estén certificados como orgánicos: A las granjas que producen lácteos orgánicos no se les pemite usar la rbGH, y otras compañías no usan el rbGH con frecuencia incluyen esta información en la etiqueta. También es seguro comprar quesos y otros productos lácteos importados de Europa y de Canadá, puesto que el rbGH está prohibido en estos países.