Si nunca ha sufrido un dolor de espalda, considérese uno de los pocos afortunados. Hasta el 85% de las personas que viven en países industrializados han experimentado un dolor de espalda en algún momento de sus vidas y el 30% le dirán que en este momento tienen un dolor de espalda. El dolor de espalda es la razón más común para que los estadounidenses menores de 45 años limiten su actividad. Es la segunda causa más común para ir al doctor y la tercera causa más común para una cirugía.

Sin embargo, hay algunas noticias buenas. Con o sin tratamiento médico, la mayoría de las personas se recuperan de un episodio agudo en unos cuantos días o semanas, y cerca del 90% no tendrán el dolor durante tres meses. Pero para muchas personas, el dolor de espalda se vuelve un padecimiento crónico o recurrente y, con frecuencia, resulta en una considerable incapacidad social u ocupacional.

¿Por qué es tan común?

Muchos factores contribuyen al dolor de espalda, entrenamiento inadecuado, cargar cosas pesadas, una mala posición. Pero nuestra historia de la evolución tiene la culpa de que tengamos esta susceptibilidad al dolor. En algún momento del pasado distante, alguno de nuestros ancestros decidió pararse y caminar en dos pies, presumiblemente, para que sus manos estuvieran libres para hacer herramientas y para usarlas más eficientemente. Mientras que sus razones eran buenas, el andar en posición vertical tuvo sus problemas.

Caminar a gatas distribuía la fuerza de gravedad en toda la superficie de la espina. Al ponerse de pie, sin embargo, concentramos esta fuerza en un sólo lugar, la región lumbosacra, justo encima de nuestros glúteos. Nuestra vulnerabilidad para el dolor de espalda es el precio que pagamos por una locomoción bípeda.

Muchos factores pueden contribuir para un dolor de espalda persistente, incluyendo:

  • Lesiones provocadas por el trabajo, particularmente si el lugar de trabajo no proporciona el ambiente ergonómico apropiado.
  • Lesiones o anormalidades estructurales:
    • Escoliosis (curvatura de la espina)
    • Enfermedad de los discos intervertebrales, lo que a menudo resulta en un disco dañado

Sin causa obvia

La mayoría de los casos del dolor de espalda crónica son idiopáticos, lo que significa que no tienen una explicación. Sin una causa conocida, el tratamiento es muy díficil y a menudo no tiene éxito. Esto lleva a que muchas personas busquen terapias alternativas. Entre las terapias más comúnmente usadas para tratar el dolor de espalda crónico están:

  • Quiropraxia
  • Acupuntura
  • Masaje

Existe alguna evidencia de que por lo menos a corto plazo, cada una de estas terapias pueden ser efectivas para aliviar las molestias, aumentar el funcionamiento y/o elevar la sensación de bienestar. Sin embargo, no está muy claro si alguna de éstas es superior a la otra o a la terapia física, el tratamiento convencional estándar.

Más es mejor

Así que, ¿cuál es el mejor tratamiento para del dolor de espalda crónico?

De acuerdo con evidencia reciente, lo que parece importar no es saber cuál, sino cuántos tratamiento utilice. En una revisión cuidadosa de 10 estudios que sumaban 1,964 individuos con dolor de espalda, los investigadores encontraron que la rehabilitación biopsiacosocial intensiva multidisciplinaria (MBR) era significativamente mejor para restaurar el funcionamiento y para reducir el dolor que el enfoque de una sola disciplina.

En otras palabras, las intervenciones que se dirigían no sólo a los aspectos físicos del dolor, sino también a las influencias psicológicas, sociales y ocupacionales, eran las más efectivas. Los programas de rehabilitación de biopsiacosocial incluyen:

  • Terapia cognitiva del comportamiento
  • Masaje
  • Ejercitarse
  • Relajación
  • Hidroterapia
  • Estimulación transcutánea del nervio (Impulsos eléctricos de baja energía que se descargan en los nervios de la espalda)
  • Aplicación de calor y frío

Soluciones complejas para problemas complejos

Esta combinación de terapias tiene mucho sentido. Es bien sabido que un enorme rango de factores complejos afectan muchos aspectos de la vida, contribuyendo a nuestra experiencia de dolor crónico. Es díficil imaginar que cualquier alternativa, de intervención sencilla o convencional, pueda tener éxito. Una terapia alternativa, por lo mismo, debe ser parte de una estrategia de tratamiento multidimensional.

Algunas personas son escépticas sobre este enfoque amplio. Muchos pacientes, doctores y seguros médicos prefieren basarse sobre arreglos rápidos, como los medicamentos, que tienden a controlar el dolor más que confrontar sus causas subyacentes. Algunos programas como el MBR hacen esfuerzos intensos, consumiendo tiempo y dinero en un principio. Pero, si tienen éxito, tienen un gran potencial de restaurar permanentemente el funcionamiento y mejorar la calidad de vida.

¿Hacia dónde vamos desde aquí?

Si usted padece de un dolor idiopático crónico en cualquier parte de su cuerpo considere los siguientes aspectos:

  • Reconozca que su padecimiento es un problema complicado que no puede tratarse aisladamente. Este es el primer paso para tomar el control de su dolor y su vida.
  • Determine que facetas de su dolor no han sido dirigidas adecuadamente, ya sean estas psicológicas, sociales, ocupacionales y/o físicas. El atacar el problema desde una sola perspectiva no va a hacer que funcione.
  • Continúe trabajando con su médico familiar. El está en la mejor posición de coordinar un plan de tratamiento multidisciplinario, ya sea que incluya o no terapias alternativas.
  • Luche por restaurar el funcionamiento. Su objetivo debe ser reasumir sus actividades normales, no sólo reducir el dolor. A pesar de que estos dos asuntos están estrechamente ligados, la evidencia indica que el enfocarse en el funcionamiento es la clave para la recuperación.
  • Vea ambos lados de la moneda. De un vistazo a lo que sería no tener dolor o discapacidad. Pero también vea hacia atrás para medir su progreso. Es más fácil tener éxito cuando vea lo lejos que ha llegado.