Pronounced: FEEB-ril SEE-zherz
Un ataque febril es una convulsión asociada con la fiebre en bebés o niños pequeños. Se diagnostica cuando se descartan todas las causas subyacentes, como meningitis , encefalitis o cualquier otra enfermedad intracraneal.
Existen dos tipos de ataques febriles:
Se cree que la temperatura corporal elevada con fiebre desencadena el ataque. Las causas comunes de fiebre incluyen cualquier infección de la niñez, especialmente infecciones virales. La fiebre asociada a las inmunizaciones de rutina también puede provocar un ataque febril.
La edad es el factor de riesgo más grande. Del dos al cuatro porciento de los niños tienen un ataque febril antes de los cinco años de edad. Existe evidencia de que los ataques asociados con la fiebre elevada pueden ocurrir si hay un historial familiar de ellos.
Las señales de un ataque febril pueden incluir:
El ataque se caracteriza por sacudidas, espasmos y rigidez muscular generalizados. Suele estar asociado a la pérdida de la conciencia. Por lo general, el ataque tarda desde unos cuantos segundos hasta unos cuantos minutos.
Los ataques febriles se presentan entre los tres meses y los cinco años de edad, y la edad más frecuente es entre los seis meses y los tres años de edad. Cerca del 30% de los niños sufren ataques febriles simples recurrentes. De ese 30%, la mitad de los ataques suelen presentarse durante el primer año, y el 90%, antes de los dos años.
Por lo general, cuanto más temprano se presenta el primer ataque febril, más probabilidades hay de que el niño vuelva a sufrir otro.
El riesgo a largo plazo de desarrollar epilepsia en la adultez es muy bajo (inferior al 1% en el caso de un niño con ataque febril simple). El riesgo es mayor en niños con:
El riesgo a largo plazo de desarrollar problemas físicos o mentales también es muy bajo.
Si usted sospecha que su hijo está teniendo un ataque febril, actúe rápidamente:
En caso de ataques febriles simples, el diagnóstico gira alrededor de determinar la fuente de la fiebre. Esto puede requerir exámenes de sangre o de orina. Algunas veces, si el médico sospecha de meningitis o encefalitis , puede requerirse una punción lumbar para analizar el líquido cefalorraquídeo.
En caso de ataques febriles complejos, es importante la fuente de la fiebre. También pueden ser necesarias evaluaciones neurológicas, como:
En la mayoría de los casos, el ataque desaparece en unos pocos minutos. Los tratamientos están dirigidos a determinar la fuente subyacente de la fiebre, la cual puede requerir antibióticos o medicamentos antivirales. En el raro caso de un ataque persistente, llame al 911 y administre medicamentos anticonvulsivos si es necesario.
Si a su hijo le diagnostican ataques febriles, siga las indicaciones de su médico.
Cerca del 30% de los niños sufren otro ataque febril cuando tienen fiebre. Esta tendencia disminuye con la edad, y muy pocos niños desarrollan epilepsia . Ante la primera señal de fiebre, administrar a su hijo paracetamol puede ayudar a prevenir los ataques febriles recurrentes. Lamentablemente, la fiebre puede aparecer de repente y el ataque puede ser la primera señal. No administre medicamentos orales durante un ataque.
No administre aspirina a niños o adolescentes que hace poco hayan tenido, o tengan, una infección viral. Esto se debe al riesgo de síndrome de Reye .
Pueden administrarse medicamentos anticonvulsivos diariamente, como fenobarbital y ácido valproico , para evitar las convulsiones. Sin embargo, estos medicamentos tienen efectos secundarios. Los ataques febriles simples, aunque son alarmantes, no dañan el cerebro.
Habitualmente, no se recomiendan medicamentos debido a sus efectos secundarios. En niños con ataques febriles recurrentes, el médico puede recetar valium vía rectal para detener las convulsiones si duran más de cuatro a cinco minutos.
RESOURCES:
American Academy of Pediatrics
http://www.aap.org/
Epilepsy Foundation
http://www.epilepsyfoundation.org/
CANADIAN RESOURCES:
Caring for Kids
http://www.caringforkids.cps.ca/
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Último revisado January 2009 por Rimas Lukas, MD
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