Jean Driscoll ganó ocho veces la Maratón de Boston. Ganó medallas de oro en dos Olimpiadas y recientemente fue catalogada dentro de las No. 25 en Sports Illustrated for Women's Top 100 Female Athletes of the Century. Sorprendentemente, sí, pero es más sorprendente cuando conoce que Driscoll ha hecho todo desde su silla de ruedas.
Driscoll, ahora de 33 años de edad, nació con espina bífida, un defecto discapacitante de nacimiento provocado por la disfunción de la columna durante el primer mes de embarazo. Además, nació con un espíritu emprendedor.
Comenzó su vida en una silla de ruedas a los 15 años de edad, un entrenador la convenció de competir en carreras de silla de ruedas y ella sobresalió. Hoy en día, es una de las atletas Olímpicas más patrocinadas, discapacitadas o no. Además, continúa sobresaliendo en un deporte que ha ganado importancia alrededor del mundo.
El objetivo de Driscoll es competir en los Paralímpicos, los Juegos para atletas discapacitados que tiene lugar del 18 al 29 de octubre en Sidney. Además, va a competir en un evento de exhibición en silla de ruedas. Los Juegos Olímpicos presentan dos: El sprint de 800 metros para mujeres y la carrera de 1500 metros para hombres.
Admite que el sprint, una tarea necesaria para los 800 metros, es su debilidad. Sin importar, Driscoll hará todo lo posible por ganar la medalla de oro, por lo cual bromea, "El oro va bien con mis ojos."
El libro de Driscoll, Determined to Win: The Overcoming Spirit of Jean Driscoll , golpeará el mercado en octubre. HealthGate's Karen Asp encontró a Driscoll quien compartió su historia.
Driscoll: Pude montarme a una bicicleta con ruedas de entrenamiento pero no me había perfeccionado para andar en una bicicleta de dos ruedas. Hubo muchas experiencias humillantes debido a eso. Sólo quería ser como los demás niños. Un día, después que mi amiga aprendió a andar en una bicicleta de dos ruedas, fui a su casa y tomé prestada la bicicleta de su hermano. El era menor, así que su bicicleta era más pequeña, mis pies podían tocar el piso y lo hice. Durante las siguientes ocho horas, anduve en bicicleta sin parar, excepto para almorzar e ir al baño y sentí una libertad que nunca antes había sentido.
Estaba andando en mi bicicleta de 10 velocidades. Tomé una esquina bruscamente y di un frenón. Mi cadera me ardió, pero me fui andando en la bicicleta, sin darme cuenta de que me había dislocado la cadera. Después, cuando me levanté para contestar el teléfono, mi cadera se dislocó finalmente. Los médicos me habían dicho que necesitaba dejar de caminar tanto porque podría dañar mis caderas y rodillas. No los escuché. Luego me sometí a cinco cirugías mayores de cadera y pasé un año con un yeso en el cuerpo. Me aferré a la esperanza de poder caminar. Cuando los médicos me dijeron que no lo podría hacer, me dio un vuelco el corazón. Cuando me dieron la silla de ruedas, estaba devastada, creí que mi vida se había terminado y me deprimí.
Es irónico porque cuando era niña, siempre quise estar en los deportes. En cambio, quería ser entrenadora de equipo o estadista. No me podía mezclar con los otros niños porque no era lo suficientemente fuerte. Solía admirar los trofeos de mis hermanos y hermanas. Después, averigüé acerca de los deportes en silla de ruedas. Si alguien les hubiera dicho a mis padres que uno de sus hijos ganaría la Maratón de Boston, nunca habrían adivinado que sería yo. Ahora, soy el miembro de la familia que está en mejor forma física.
Tengo una fuerte fe cristiana y creo que Dios tiene planes para mí. Además, desde el momento en que nací, he tenido esta actitud desafiante. También se trata de actitud. Tuve que aprender a no dejar que mi discapacidad fuera mi foco y por mucho tiempo lo fue. Ahora me doy cuenta que es una característica como el color de mis ojos o de mi cabello. Comparo mi silla con los lentes de alguien. Para andar todo el día, se ponen los lentes. No despiertan y se deprimen por estar otro día más limitados para ver de cerca o de lejos. Así es como lo veo. Mi silla es lo primero que busco en la mañana pero después ya no pienso en eso.
Que pueden tener una discapacidad y seguir siendo atléticos y estar en buena forma. No son un producto dañado porque sean discapacitados. Mi corazón todavía necesita ser fuerte, aunque mis piernas no funcionen.
Tiene que hacer sacrificios y trabajar fuerte para alcanzar las metas. Sus limitaciones más grandes son las que usted mismo y otras personas ponen sobre usted. Hablo mucho con los niños y les pregunto cuántos de ellos sueñan con estar en las Olimpiadas. Casi todos levantan la mano. Luego les pregunto cuántos creen que lograrán hacerlo y muy pocos levantan la mano. ¿Por qué sueñan pero no creen poder hacerlo? Porque los padres, amigos, hermanos y hermanas les dicen que no pueden. Así que yo les digo que pueden cumplir sus sueños. Lo hice y miren lo que tuve que superar.
Fuentes Adicionales de Información
International Paralympic Committee
http://www.paralympic.org/
Último revisado Septiembre 2000 por EBSCO Publishing's Medical Review Board
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