Los niños en preescolar crecen a pasos agigantados: física, mental y socialmente. De las lágrimas y las rabietas a los besos cariñosos y la exuberancia incontrolable, el humor de un niño en edad preescolar y sus sentimientos pueden ser confusos. Pero hay información que puede ayudar a los padres a entender, sobrellevar y cultivar el desarrollo emocional de su hijo.

Pequeñas Personas, Grandes Sentimientos

Ellos miden menos de cuatro pies de alto. Sus manos y sus pies son adorablemente pequeños. Usan ropas pequeñas, aman los juguetes pequeños y tienen su amigo de peluche favorito que es del tamaño exacto para abrazarlo.

Pero sus sentimientos son muy grandes.

Los preescolares de la edad de dos a cinco años pueden tener emociones que demandan atención, validación y resolución. Son intensos, enredantes, confusos y sorprendentemente sofisticados. Ellos producen lágrimas y después súbitamente, sonrisas.

Abróchese el cinturón. Usted está a punto de caer sobre el áspero y maravilloso terreno que es la vida emocional de un preescolar.

Fusionando Sensación Con Sensibilidad

El psicólogo infantil Bruno Bettelheim creyó que el desarrollo emocional empieza desde el nacimiento. No es una sorpresa que un padre trate desesperadamente de consolar a su berreante, enojado y enrojecido recién nacido. Pero antes de la edad de dos años, las emociones del niño son en su mayor parte reactivas.

"Ellos están felices, ellos están enojados," dice el Dr. Robert Pianta, profesor asociado de educación en the University of Virginia's Curry School of Education en Charlottesville, Virginia y co-director de un estudio de largo plazo que examina las necesidades sociales, psicológicas y académicas de los niños pequeños.

Apoyarse en indicaciones verbales para determinar si el recién nacido está feliz o está enojado es imposible, debido a que un bebé no tiene la capacidad de usar el lenguaje hablado. Así que se requieren otros signos. "El bebé necesita señalar si se encuentra en un estado de equilibrio y placer o en un estado de desequilibrio. Eso es lo que hacen las emociones simples binarias," dice el Dr. Pianta.

De ahí la cara roja y berreante. Concedido, el llanto que no se detiene parece una garantía natural de que usted nunca dormirá profundamente otra vez. Pero tiene una función valiosa, recordarle cambiar, alimentar o consolar a su bebé.

Conforme un niño crece, su rango de emociones y la manera en que expresa esas emociones también madura. De hecho, el desarrollo emocional de un niño es tanto como el físico y mental: una progresión cada vez más compleja de las habilidades que se construyen unas a otras.

Existen seis hitos característicos de una maduración de los niños pequeños. Los tres primeros, todos ellos ocurren antes de su primer cumpleaños, dirigen la experiencia del bebé y su reacción al mundo. El primero es cómo un niño organiza y busca nuevas sensaciones. El segundo ocurre cuando el niño toma interés entusiasta por el mundo. Al usar este interés recién encontrado, el tercer paso sucede cuando el niño empieza a involucrarse en un diálogo emocional con sus padres. Él sonríe en respuesta a sus padres y sus descubrimientos, a su vez, que sus sonrisas o llantos de protesta provocan reaccionar a sus padres.

Después de un año aproximadamente, esta interacción va un paso más adelante, indicando el cuarto hito. El niño pequeño aprende que pequeños cantidades de sentimientos y comportamientos se conectan a un patrón más grande y complicado. Por ejemplo, el ahora sabe que sus retortijones de hambre se pueden calmar llevando a su madre al refrigerador y señalando una pieza de queso. Él también empieza a aprender que tanto las cosas como las personas tienen funciones en su mundo.

En el quinto hito, el niño generalmente se aproxima a los años de preescolar. Ahora él puede evocar imágenes mentales de personas y objetos que son importantes para él. Ahora ha aprendido una habilidad invaluable para sobrellevar la vida: evocar la imagen de su madre y usarla para consolarse a sí mismo.

Finalmente, conforme pasa al sexto hito, un niño desarrolla la capacidad de "pensamiento emocional." Este es el rico y pleno resultado de ser capaz de combinar ideas y sentimiento de manera lógica. Para cuando un niño tiene cuatro años, puede arreglar estas ideas emocionales dentro de varios patrones y conocer la diferencias entre las emociones (qué se siente amar versus lo qué se siente estar enojado).

Él entiende que sus impulsos tienen consecuencias. Si él dice que te odia, conectará la expresión triste de su cara con su rabieta. Como si él construyera una casa con ladrillos, el puede ahora construir una colección de ideas emocionales. Esto le da la capacidad de planear, anticipar y crear una vida mental interna por sí mismo. Lo más importante, él ha aprendido cuáles sentimientos son los suyos y cuáles son los de alguien más y el impacto y consecuencias de sus sentimientos.

Lo que empieza como un interés básico en el ambiente se convierte en un deseo no sólo de interactuar con el mundo, sino de recrearlo y de re-experimentarlo en su mente. Este es un proceso sofisticado que ocurre de manera invisible pero inevitablemente en la medida en que su hijo crece.

Un Línea de Tiempo Emocional

Tenga en mente que cada niño es único, así que lo que siga sólo será una guía general. La alegría y el enojo se unen en los primeros meses de vida por medio del placer, angustia, sorpresa y disgusto. Para la edad de nueve meses, los bebés experimentan miedo y tristeza. Al año de edad, los niños ya han experimentado un amplio rango de emociones a lo largo del espectro emocional.

"La mayoría de lo sentimientos que el ser humano es capaz de experimentar está disponible para los preescolares," dice la doctora Paulina F. Kernberg, directora de psiquiatría para niños y adolescentes en el New York Hospital-Cornell Medical Center, West Chester Division, White Plains, Nueva York. El Dr. Pianta añade que "Generalmente, las emociones se complican más conforme el niño crece. Ellos las mezclan unas con otras y las mezclan con la cognición del niño. Hay un conjunto de emociones secundarias que se presentan aproximadamente a la edad de dos años, en las cuales el niño se vuelve más autoconsciente. Eso es cuando el niño notará por primera vez emociones como la vergüenza, culpa y orgullo, lo cual refleja una emergente sensación de sí mismo del niño. Entonces un niño puede empezar a tener emociones acerca de cómo es el yo y cómo comportarse." Un sentimiento de empatía puede empezar tan pronto como llegue el segundo año. Y cualquiera que interactúe con un preescolar puede identificar la exuberancia y emoción que caracterizan esos años.

Un ansiedad extraña llega a su punto máximo durante los años del niño pequeño y entre las edades de tres y cuatro años, muchos otros miedos específicos o globales se desarrollan. A la edad de tres años ya es capaz de preocuparse acerca de una persona importante o una mascota y de sentirse solo en su ausencia. Para la edad de cuatro años o cinco, los sentimientos de agresión aparecen, teniéndolos ya latentes en su interior durante un tiempo. Entre las edades de cuatro y seis años, una conciencia comienza a emerger, trayendo como compañera de toda la vida a la culpa. A partir de las edades de cuatro a seis años, los celos sobre el padre del sexo opuesto empiezan a tener un efecto en el comportamiento. El enojo continúa, pero en vez de dirigirlo hacia afuera, se podría dirigir más hacia sí mismo o generarse a través de conflictos con otras personas.

"El rango emocional entre las edades de dos a cinco años es enorme cuando usted considera que tan lejos llegan los niños durante ese tiempo. El inicio de esto es muy distinto de la manera en que termina," dice el Dr. James MacIntyre, profesor asociado de psiquiatría en Albany Medical College en Albany, Nueva York y un psiquiatra de práctica privada de niños y adolescentes. "Una de las cosas más grandes que ocurren es que un niño obtiene mucho más que una sensación de quienes son como persona, una persona en su propio derecho. Esto tiene que ver con dejar la etapa de niño pequeño y empezar a darse cuenta de que ellos una persona separada de sus padres."

Una vez que el niño se da cuenta de que él está separado de las personas de las que dependía desde el momento de nacer está destinado a engendrar sentimientos de incomodidad. Uno de los más prominentes de estos sentimientos es la ansiedad de separación. Esta aparece en una etapa temprana de la vida y es difícil que los niños pequeños la controlen debido a que está compuesta de mitades contradictorias: la necesidad de cercanía y el deseo de independencia. Pero la ansiedad de separación es esencial en el desarrollo. Este establece la arena en la cual los limites son eventualmente sellados y negociados entre el padre e hijo. Otras emociones prominentes de la niñez tales como el enojo, la frustración, los celos o el miedo podrían surgir a partir de o estar entrelazados con la ansiedad de separación.

De hecho, todas las emociones del niño están co-comprometidas en un tipo de disfraz caótico. ¿Es su miedo de ruidos fuertes lo que parece? O ¿está realmente relacionado con un normal e inquietante aumento de agresividad que se presenta a esa edad? ¿Es el berrinche del niño pequeño un resultado de su enojo hacia usted o él se siente desamparado acerca de algo que no puede controlar?

Cada seis meses de desarrollo parece traer otro giro en la saga emocional. Por ejemplo, el típico niño de tres años podría estar feliz, tranquilo, seguro y amigable. Sin embargo, conforme pasa el año, el mismo niño podría estar ansioso, inseguro, temeroso y determinado. Este equilibrio y desequilibrio se alterna desde la edad de 18 meses a la edad de cinco años. Sólo quiere que su hijo vuelva a ser como solía, pasan unos pocos meses y se vuelve alguien nuevo, pero no necesariamente mejor.

Las emociones pueden enrollarse una dentro de otra, tales como cuando la agresión se disfraza como miedo o cuando la ira oculta la impotencia. Cuando estos sentimientos se conmocionan cada seis meses, ¿es de sorprenderse que los padres de niños en edad preescolar estén a menudo desconcertados?