De acuerdo con algunos expertos, la espiritualidad puede ayudar a los niños a forjar su camino para la vida. Tener una base espiritual puede ayudar a que los niños toleren las crisis, resistan la presión y eviten las influencias negativas como las drogas y el alcohol, dice Lisa Miller, PhD, profesora de psicoterapia y espiritualidad en la Teacher College, Columbia University. De acuerdo con la Dra. Miller, los estudios han mostrado que una relación con lo Divino, como sea que defina el término, es "es el elemento más protector para los niños."

Desacreditando las ideas equivocadas

Saber cómo "hablar de la fe" puede ser difícil, especialmente para los adultos que crecieron sin una educación espiritual, que se casaron con alguien de diferente religión o que no se sienten cómodos con las enseñanzas religiosas tradicionales.

Aunque, con frecuencia, lo que evita que las personas asuman el papel de líder espiritual familiar son las ideas equivocadas acerca de lo que es la espiritualidad y cómo transmitirla a los niños.

Mito #1: Espiritualidad y religión son lo mismo.

Uno de los errores más persistentes sobre la espiritualidad es que ésta es sinónimo de religión. Pero eso no es necesariamente cierto. Espiritualidad significa "rendir honores a nuestra conexión con nuestra creación y nuestro creador," dice Patricia McWhorter, PhD, autora del libro nominado al Premio Pulitzer, Cry of Our Native Soul: Our Instinct for Creation-Centered Spirituality .

Incluso si no cree en el concepto tradicional de "Dios," puede vivir espiritualmente al reconocer que usted está conectado a todos los seres vivos así como poniendo atención y respetando esas conexiones, dice la Dra. McWhorter.

"No se trata en lo absoluto de ir a la iglesia los domingos," ella explica. "Se trata de cómo vive su vida."

Ya sea que practique una religión tradicional o que su idea de espiritualidad se incline hacia la necesidad de respetar la tierra, aún así usted puede transmitir sus ideas a sus hijos. Lo que es importante no es la nomenclatura, sino la conexión a algo superior a lo individual. Con ese sentido de conexión viene "un sentido de compañerismo," dice la Dra. Miller, el que a cambio, hace que los niños sean más fuertes hacia los problemas de la vida, tanto los grandes como los pequeños.

Mito #2: Los niños realmente no se interesan por estas cosas.

"A una edad muy joven, los niños comienzan a hacerse las mismas preguntas filosóficas y existenciales que las personas se han preguntado por milenios," dice Chris Boyatzis, PhD, profesor asociado de psicología en la Bucknell University en Lewisburg, Pennsylvania. "Los niños están genuinamente interesados y preocupados acerca de estas cuestiones."

No subestime la curiosidad de sus hijos: Así como un día tienen la confianza de preguntar por qué el cielo es azul, luego se preguntarán qué pasa cuando morimos, de donde venimos y por qué el mundo funciona de la manera en que lo hace.

Mito #3: Yo no se todas las respuestas, así que, ¿para qué voy a traer el tema a conversación?

Los niños, especialmente los más pequeños, se caracterizan por hacer todo tipo de preguntas, incluyendo las que no tienen respuesta. Sin embargo, cuando se trata de temas de fe, no se necesita saber todas las respuestas. De hecho, ayudar a su hijo a encontrar una explicación de las cosas de manera independiente puede ser más importante que conocer la "verdadera" respuesta a sus diversas dudas.

El Dr. Boyatzis habla sobre la importancia de "establecer un diálogo espiritual," lo que significa no sólo compartir sus creencias, sino también preguntarle a su hijo las suyas.

"Voltee las preguntas," él sugiere. "Hágalos pensar en estos temas." Piense en su función de padre no como el suministrador de las respuestas, sino como el que proporciona un lenguaje sobre el cual ustedes pueden tratar temas orientados a la fe.

Mito #4: Es muy difícil enseñar a los niños pequeños conceptos abstractos.

Cualquier padre sabe que cuando se trata de enseñar conceptos difíciles a los niños, lo mejor es manejar las cosas con términos simples. Aunque puede ser muy difícil simplificar conceptos como "fe" y "espíritu," nuestras acciones son más importantes que nuestra palabras.

"La fe no es sólo lo que decimos, sino lo que hacemos," dice el Dr. Boyatzis.

Para enseñar a un niño a vivir una vida espiritual, los padres deben empezar por ellos mismos. Examinar sus propias creencias y fe así como responder a las difíciles preguntas. ¿Por qué cree que estamos aquí? ¿Cuáles son sus creencias con respecto a Dios? ¿Cómo nos debemos tratar entre nosotros? ¿Qué valores son importantes en su vida? ¿Cómo puede demostrar esto todos los días?

En lugar de enseñar a sus hijos grandes lecciones acerca de la vida y la filosofía, es más efectivo usar los pequeños momentos para guiar a sus hijos. No pase por alto el poder del agradecimiento. Algo tan sencillo como hacer una lista de los dones en su vida o decir un simple "gracias" antes de cada comida puede ser una experiencia religiosa.

No se trata de perfección

Sin importar su propia educación o sus creencias actuales, usted puede dar a su hijo el regalo de una educación espiritual. Y como la mayoría de las áreas de la paternidad, no tiene que ser perfecta.

"Se trata de hacer lo mejor que usted pueda," dice la Dra. Miller.